Hugo Avendano

Escritor advenedizo, lector de tiempo discontinuo; futbolista y corredor de afición pero educador de tiempo completo por vocación. Con la firme intención de completar algún día un maratón. Consumidor y exigente del buen café. Gozoso de disfrutar de las simplezas de la vida. Tecnólogo autodidácta. Fan del Cruz Azul en México, del Barcelona en España y del Manchester United en Inglaterra. Integrante del Club de Corredores Nike+.

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martes, 10 de marzo de 2009

Tenencia sí, tenencia no

Claroscuros

Tenencia sí, tenencia no

Hugo A. Avendaño /El Mundo de Tehuacán
México 09 de marzo, 2009

Circula uno de esos múltiples correos electrónicos con fuertes cargas anárquicas que insta a realizar un paro nacional en contra de Felipe Calderón porque no ha quitado la tenencia como “lo prometió en campaña”.

Quién haya sido autor de ese “mail” sabía con toda anticipación que sus argumentos están fundados en el utópico dicho “seamos realistas, pidamos lo imposible”-es decir en ninguno- o bien, se trató de alguien con poco conocimiento jurídico sobre el asunto. El tema está sobre la mesa: con tintes electorales o con argumentos lesgislativos, la propuesta de eliminar el Impuesto sobre la Tenencia Vehícular se encuentra a discusión pública en los medios de comunicación.

Recordemos que ese impuesto fue justificado con carácter de “emergente y temporal” a fin de solventar los gastos que originarían al país el ser sede de los Juegos Olímpicos de 1968. Al finalizar el evento, el cobro del impuesto se trasladó a los Estados de la Federación a fin de que ellos decidieran seguir o no con su cobro. Por supuesto que ningún Estado -hasta la fecha- abrogó dicho impuesto. No lo hicieron porque representa una partida importante para complementar el gasto estatal.

Debido a su carácter de impuesto sobre la propiedad y no sobre la rentabilidad de una actividad lucrativa, hubo quienes se ampararon para no pagarlo. Sin embargo la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió una resolución en el año de 2005 en donde se consideró que no viola ningún precepto constitucional y por lo tanto es totalmente legal.

Actualmente se encuentra vigente un decreto presidencial para desaparecer dicho impuesto el 31 de diciembre de 2011 y por supuesto que no se pone en duda que esta decisión fue negociada con los gobernadores del país. En tanto no haya una medida que sustituya el ingreso percibido por este concepto se antoja muy difícil que el impuesto desaparezca.

Los tiempos que vivimos hacen muy sensible al ciudadano y cualquier ahorro le viene muy bien. La promesa de que un impuesto desaparezca es muy apetitosa, aunque el proceso para lograrlo implique negociaciones conflictivas.

Es decir, representa un magnífico aderezo de campaña electoral. A nadie le gusta pagar impuestos sin un fundamento de solidaridad y subsidiariedad. Pero cuando se grava la propiedad es más complicado justificarlo ante los contribuyentes, porque aún sin generarse un flujo de capital líquido se tiene que desembolsar de manera obligada alguna cantidad de dinero.

Termino: Conforme se acercan las elecciones, las treguas se van rompiendo o posponiendo. La prudencia empieza a desaparecer y una vez más el ciudadano queda preso de la dicotomía política. De la tiranía maniquea que le obliga a ver panoramas en blanco y negro. Urge alinear el calendario electoral...

por optimización de recursos y asepsia emocional. Persuado: ¿Qué vamos a mejorar hoy? (Ora et labora).

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