Hugo Avendano

Escritor advenedizo, lector de tiempo discontinuo; futbolista y corredor de afición pero educador de tiempo completo por vocación. Con la firme intención de completar algún día un maratón. Consumidor y exigente del buen café. Gozoso de disfrutar de las simplezas de la vida. Tecnólogo autodidácta. Fan del Cruz Azul en México, del Barcelona en España y del Manchester United en Inglaterra. Integrante del Club de Corredores Nike+.

Me apasiona crear, innovar y transformar.

Amo a México

Upstart writer, reader time discontinuous . hobby player andrunner but full-time educator by vocation. With the firmintention of completing a marathon someday. Demandingconsumer and good coffee. Joyful to enjoy the simplicitiesof life. Joyful to enjoy the simplicities of life. Technologist autodidact. Cruz Azul and Pachuca Fan in Mexico. Barcelona in Spain. Member Runners Club Global Nike +

I love to create, innovate and transform.

I love Mexico

domingo, 8 de junio de 2008

Claroscuros

Columnas y cartones

Bate que bate, nuestro debate

Hugo A. Avendaño /El Mundo de Tehuacán
México08 de junio, 2008

Aprender a debatir es parte de aquella madurez que nos hace entender que no se tiene en exclusiva la facultad de pensar. Hay quienes debaten o creen debatir con la falsa postura de que en la discusión no hay nada que aprovechar de la parte contraria y el objetivo final es imponer un punto de vista absoluto. Algo así como ganar una discusión en donde el reto es avasallar, nunca aportar y mucho menos asimilar.

José Ramón de la Fuente, ex-Rector de la UNAM nos dejó para la posteridad una interesante máxima: “Disentir es el privilegio de la razón y coincidir el privilegio de la inteligencia”. Nada más claro para entender que en un debate se aporta y se asimila. Se argumenta y contraargumenta; pero en ese ejercicio de ida y vuelta la conciencia se enriquece ampliando las posibilidades de razonar diferentes posturas, diferentes visiones, diferentes convicciones. Todo ello sin la amenaza de renunciar a nuestras posturas personales ante la vida.

Tengo que confesar que he visto parte del debate por el tema del petróleo. Contra lo que alguna vez pensé, he sintonizado el canal del congreso y no ha sido necesario el café para permanecer atento y despierto a las temáticas transmitidas. Es posible que si algún diputado o senador leyera esta columna –hecho que verdaderamente dudo- se sorprenda ante mi confesión.

Pero créame mi estimado(a) lector(a), que por momentos ha resultado no sólo interesante sino hasta entretenido.

Todo ello sin que nuestros representantes populares –una parte de ellos- se suba a la tribuna a “echarse” unos gorgoritos, una rica siesta o simplemente permanecer arriba para manifestar que tiene “tomada” esa representación popular.

En este ejercicio legislativo se escuchan diferentes posturas ante un mismo tema.

Ideas y argumentos que desde los paradigmas y posturas personales no se hubieran podido construir. Por ello me parece un buen experimento, porque no es necesario trasladarse a la capital del país para ser partícipe de este singular ejercicio.

Algo que me ha quedado claro es que no se han llevado a cabo debates frecuentes. Hay sesiones que parecen coloquios –por la participación de más de una persona en un mismo tema- y en otras ocasiones parecen simples páneles –por aquello de que se expone un punto de vista pero nadie rebate los argumentos - . Estoy consciente que la actitud y voluntad de debatir es de quién ahí participa. Uno puede convocar a un debate y sus protagonistas a rehuir de él.

Es probable que reciba una buena dotación de rechiflas, al tratar de persuadir que de vez en cuando nos asomemos a ese extraño mundo de las leyes y decisiones de estado a través del canal del congreso, pero resulta paradójico que el tiempo pase en este México nuestro y los ciudadanos comunes y corrientes como usted y como yo, sigamos viviendo una subcultura de participación cívica que acaba por contribuir al subdesarrollo del que tanto nos quejamos.

Termino: Vea usted los debates sobre el petróleo. Lo peor que le puede pasar es que acabe en una rica siesta o en una de esas le acabamos entendiendo bien al tema de porque nos siguen subiendo el gas. Persuado: ¿Que vamos a mejorar hoy?

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