Hugo Avendano
Escritor advenedizo, lector de tiempo discontinuo; futbolista y corredor de afición pero educador de tiempo completo por vocación. Con la firme intención de completar algún día un maratón. Consumidor y exigente del buen café. Gozoso de disfrutar de las simplezas de la vida. Tecnólogo autodidácta. Fan del Cruz Azul en México, del Barcelona en España y del Manchester United en Inglaterra. Integrante del Club de Corredores Nike+.
Me apasiona crear, innovar y transformar.
Amo a México
Upstart writer, reader time discontinuous . hobby player andrunner but full-time educator by vocation. With the firmintention of completing a marathon someday. Demandingconsumer and good coffee. Joyful to enjoy the simplicitiesof life. Joyful to enjoy the simplicities of life. Technologist autodidact. Cruz Azul and Pachuca Fan in Mexico. Barcelona in Spain. Member Runners Club Global Nike +
I love to create, innovate and transform.
I love Mexico
Pensar y hacer. Ora et labora.
lunes, 5 de mayo de 2008
Mensaje del Obispo de Tehuacán
Los niños son don de Dios y signo de Su presencia en las familias y en la sociedad.
“Jesús escogió a los niños con especial ternura (cf. Mateo 19,14) y presentó su capacidad de acoger el Evangelio como modelo para entrar en el Reino de Dios (cf. Marcos 10,14; Mateo 18,3)” (Documento de Aparecida 438).
Es saludable que los adultos nos dejemos invadir y llenar de la sonrisa y cariño de los niños, quienes de esa manera nos ayudan a romper la monotonía, el aislamiento, a superar la experiencia frustrante de tantas situaciones difíciles de la vida.
Me llena de regocijo encontrarme con niños espontáneos y expresivos, de mirada limpia y sonriente, señal de que han crecido en un hogar donde se han experimentado amados.
Felicito y bendigo a las personas e instituciones que dedican tiempo y energía a favor de los niños, especialmente los discapacitados y los desprotegidos por venir de hogares en conflicto, a quienes el Papa Juan Pablo II se refería como “niños huérfanos de padres vivos”.
Me duele saber de niños que sufren violencia al interno de su familia; de los que experimentan la presión de tener que trabajar para llevar dinero a la casa, pero que, peor aún, el papá utiliza inadecuadamente, por ejemplo para embriagarse; de los niños que han soportado abuso sexual, especialmente me uno a la vergüenza del Papa Benedicto XVI cuando los abusadores han sido sacerdotes. Pero no nos disparemos en la condena de otros; invito a usted a que hagamos un reconocimiento humilde y valiente, con espíritu de arrepentimiento, de lo que hayamos hecho o dejado de hacer en contra de los niños.
Celebrar el Día del Niño nos lleva a comprometernos por ofrecer a los niños:
· Un hogar, una familia integrada, con el amor de papá, de mamá, de los hermanos;
· Una educación integral y de acuerdo a su edad en la afectividad, la sexualidad, la libertad y la responsabilidad;
· Testimonio y ejemplos concretos de vida de fe, de oración, potenciando los procesos de iniciación cristiana, que culmina en la vivencia plena de la Eucaristía mediante la comunión;
· El apoyo y acompañamiento para que den testimonio de Jesús como verdaderos misioneros.
Usted puede dialogar en casa -en familia-, para hacer tangible el que los niños sean en verdad “la primavera de la familia y de la sociedad”.
El Día del Niño sea una ocasión especial para que la familia y las instituciones promuevan el valor de la vida humana, como don y tarea que inicia desde la concepción y se prolonga en ejercicio de solidaridad.
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán
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