Hugo Avendano

Escritor advenedizo, lector de tiempo discontinuo; futbolista y corredor de afición pero educador de tiempo completo por vocación. Con la firme intención de completar algún día un maratón. Consumidor y exigente del buen café. Gozoso de disfrutar de las simplezas de la vida. Tecnólogo autodidácta. Fan del Cruz Azul en México, del Barcelona en España y del Manchester United en Inglaterra. Integrante del Club de Corredores Nike+.

Me apasiona crear, innovar y transformar.

Amo a México

Upstart writer, reader time discontinuous . hobby player andrunner but full-time educator by vocation. With the firmintention of completing a marathon someday. Demandingconsumer and good coffee. Joyful to enjoy the simplicitiesof life. Joyful to enjoy the simplicities of life. Technologist autodidact. Cruz Azul and Pachuca Fan in Mexico. Barcelona in Spain. Member Runners Club Global Nike +

I love to create, innovate and transform.

I love Mexico

sábado, 29 de enero de 2011

El enfoque ausente

El enfoque ausente

Opinión

Por Hugo A Avendaño Contreras

Jueves, 27 Enero 2011

Si la educación fuera prioridad para una comunidad, el modelo social estaría sistematizado de tal manera que los tiempos de empresa, gobierno y vida social tendrían consonancia con la vida educativa. En especial, la educación bàsica y media bàsica. 
Basta escuchar hasta el cansancio, la tesis de que en los primeros años se forman las bases de la personalidad, los hábitos, las convicciones primarias, los ideales, la conciencia espiritual, entre cosas, para entender que no basta una buena escuela sino la participación de los padres y de la ayuda de un entorno social que posibilite las potencialidades de esa niñez. 
Hablamos con frecuencia de que la educación es la clave para cambiar una sociedad, de cambiarla para su bien. Sin embargo, esta premisa no puede traducirse en una realidad medible en tanto las prioridades de gestión de una sociedad no se ordenen en cuanto al desarrollo de esos futuros ciudadanos. 
Por el momento es una utopía, pero no podemos aspirar a una niñez bien educada sin la presencia y atención de sus padres. Sabemos bien que las características de los horarios laborales, profesionales o empresariales no son compatibles con los horarios de la educación. Por el momento de poco serviría aumentar las horas de estudio de los pequeños, si esas horas también aumentan de manera proporcional el descuido o abandano de sus padres. 
Hemos confundido la educación con la transmisión y acumulación de conocimientos en nombre de la ciencia. Hemos traducido el proceso de educación de los niños en una responsabilidad de sus maestros, en donde los padres de familia no son sino usuarios de un servicio de enseñanza, perdiendo de vista que la fortaleza del ser humano se reviste en gran medida del amor que le prodigan aquellos que le dieron la vida. 
El deporte, el esparcimiento, la cultura, tienen actualmente el enfoque de otorgar satisfacción a un público adulto que puede quejarse exigiendo sus derechos, incluso modificando la infraestructura, horarios, características para que estos bienes sean útiles en primera instancia a un mundo ajeno a los infantes. 
Pensar en la educación como la clave para resolver los problemas de inseguridad, economía, desarrollo social, significa dar otro enfoque a las actividades y acompañamientos que actualmente damos a nuestra niñez. 
Mal comidos porque no hay dinero o no hay tiempo para preparar alimentos nutritivos; mal desarrollados porque no hay tiempo para llevarlos a practicar deporte o porque esta asignatura es de baja prioridad en la escuela; mal aconsejados porque los problemas del trabajo o del gobierno resultan más importantes de resolver; mal atendidos porque las jornadas de trabajo son extenuantes y los horarios nunca coinciden como para tomarse el tiempo para hablar sobre los temas de la vida infantil, nuestros niños viven un subdesarrollo social que no les potenciará las habilidades necesarias para cambiar con ímpetu el país que les herederamos. 
¿Cómo podemos hablar de que los niños y su educación son el futuro de este país, si los adultos estamos ausentes en su presente? Hemos menospreciado aquello que hace a las personas seres valiosos para su comunidad y que en la niñez fabrica sueños e ilusiones: La Esperanza. 
Eviarlos al extranjero, enseñarlos a hacer dinero, llenarlos de contactos sociales no será suficiente para crear en nuestros chicos el sentido de la solidaridad. Esta tiene que vivirse y se aprende en gran medida cuando los seres humanos nos sentimos acompañados en aquellos momentos de mayor vulnerabilidad. 
Nuestro México, necesita de ciudadanos solidarios que en el futuro se comprometan con el desarrollo de nuestro país y esto no es un asignatura que se califique como aprobado o reprobado en la escuela formal. En gran medida, será el resultado de lo que aprendan en casa por efecto del compromiso de los padres. Gran reto.





No hay comentarios: