Tehuacán, Pue., 27 de enero de 2011
Llave para ser felices
Una actitud, desgraciadamente frecuente, es echar la culpa de nuestros males a otros: empezando por los papás y pasando por toda figura de autoridad, que pueden ser maestros, jefes, patrones, autoridades civiles o religiosas. No pretendo justificar y decir que estas figuras de autoridad sean inmaculadas, pues caería en postura simplista; pero cuando definimos que el motivo principal de nuestros males reside en alguien ajeno a nosotros, entonces nos colocamos en actitud dependiente, a merced de esas personas a quienes adjudicamos la responsabilidad de lo que nos pasa. La psicología nos dice que cuando persistimos en enjuiciar que las figuras de autoridad son la causa de nuestros trastornos, eso puede venir desde la infancia y por problemas en la relación con la figura paterna (o materna).
De modo que conviene buscar primero en nosotros mismos los factores desencadenantes de lo que nos pasa. Pero también puede suceder el caso de no ser responsables, al menos totalmente, de lo que nos suceda; sin embargo sí somos responsables de la actitud que asumimos ante eso que sucede y en lo que nos vemos afectados. Esto lo podemos encontrar, por ejemplo, en la vida familiar, social, laboral, política o religiosa.
Una clave para ser felices no se mide por lo que recibimos –que todo sea bueno y hermoso-, sino por la actitud ante lo que recibimos –sea agradable o desagradable, positivo o negativo-. Somos dueños, o sea libres y también responsables, de la actitud que asumimos incluso ante lo inevitable e irreversible. Un acto o situación que nos podría llevar a un callejón sin salida y, por lo mismo, a una tragedia, se puede transformar en nuestra mente y en nuestro corazón en ocasión de bien, según lo que dice san Pablo: "No te dejes ardíavencer por el mal, antes vence el mal con el bien" (Rom 12, 21). Efectivamente, contestar al mal con agresividad y venganza, es señal de que el mal se ha adueñado de nuestro corazón; en cambio devolver bien por mal, no es signo de cobardía o subordinación al mal, sino de convertirnos en victoriosos ante el mal con el bien. Cómo recibimos lo que nos viene de los demás y de la vida, especialmente en situaciones extremas, y también cómo contestamos a los demás y a la vida, es una actitud clave para ser felices.
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán
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