Tehuacán, Pue., 13 de enero de 2011
PROPOSITOS DE AÑO NUEVO
Tras las vacaciones de fin de año, la vida en las familias y en la sociedad ha vuelto en gran parte a su normalidad. Las celebraciones de Navidad y de Año Nuevo han quedado atrás; el riesgo es que también hayan quedado atrás las felicitaciones, los buenos deseos y proyectos.
Invito a usted a preguntarnos acerca de nuestros propósitos de Año Nuevo. Si los hemos formulado y los estamos aplicando, o han quedado en la vaguedad y como deseos fantasiosos. Hay que definirlos con precisión y con realismo. Además, que nos enciendan el corazón, de modo que sean accesibles, a nuestro alcance, que nos anime el irlos cumpliendo; pero que también sean exigentes, que nos obliguen a caminar adelante, con nuevas actitudes y acciones concretas que se noten en la vida diaria.
Hay propósitos centrales que, en la medida que se asumen y cumplen, ayudan a unificar y potenciar la vida de la persona. Uno de esos propósitos centrales lo podemos enlazar con lo que ha referido el Papa Benedicto XVI varias veces en este año, desde el Mensaje del 1º de Enero: "La libertad religiosa, camino para la paz".
La libertad religiosa significa, por una parte, la ausencia de presiones y de trabas y, por otra, la capacidad y opción para "ejercer libremente el derecho a profesar y manifestar, individualmente o comunitariamente, la propia religión o fe, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, las publicaciones, el culto o la observancia de los ritos. No debería haber obstáculos si quisiera adherirse eventualmente a otra religión, o no profesar ninguna." (Benedicto XVI).
El lunes pasado, en su discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, Benedicto XVI ha reiterado que "la religión no constituye un problema para la sociedad, no es un factor de perturbación o de conflicto." E invita a "reconocer la gran lección de la historia", formulada como una pregunta con su respuesta: «¿Cómo negar la aportación de las grandes religiones del mundo al desarrollo de la civilización? La búsqueda sincera de Dios ha llevado a un mayor respeto de la dignidad del hombre. Las comunidades cristianas, con su patrimonio de valores y principios, han contribuido mucho a que las personas y los pueblos hayan tomado conciencia de su propia identidad y dignidad, así como a la conquista de instituciones democráticas y a la afirmación de los derechos del hombre con sus respectivas obligaciones."
De este modo, situándonos ante nuestros propósitos de año nuevo desde la centralidad de la libertad religiosa, desarrollemos nuestra vida en un doble enfoque de relación: con Dios y con los demás, empezando por la familia, siguiendo con los compañeros de trabajo y vecinos. Desarrollo que sea positivo, constructivo, en que superemos la flojera y la improvisación, asumamos la programación y la solidaridad creativa. En otras palabras, una vida de fe, con Dios en nuestro interior, no puede dejar de hacer el bien a uno mismo y a los demás. La fe que no se manifiesta en obras concretas está muerta, dice el apóstol Santiago (Sant 2, 17). Una fe que nos lleve a más dedicación a Dios en la vida diaria, también a más dedicación a los demás. Esto en concreto: más y mejor oración cada día, más honradez y responsabilidad en el trabajo, más sensibilidad y colaboración a favor de los necesitados. Entonces sí, el "feliz año nuevo" no se queda en buenos deseos, sino que se manifiesta en obras concretas de verdad y de bien.
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán
--
No hay comentarios:
Publicar un comentario