Hugo Avendano
Escritor advenedizo, lector de tiempo discontinuo; futbolista y corredor de afición pero educador de tiempo completo por vocación. Con la firme intención de completar algún día un maratón. Consumidor y exigente del buen café. Gozoso de disfrutar de las simplezas de la vida. Tecnólogo autodidácta. Fan del Cruz Azul en México, del Barcelona en España y del Manchester United en Inglaterra. Integrante del Club de Corredores Nike+.
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sábado, 20 de marzo de 2010
Los dilemas de Calderón frente a Washington
Autor: Carlos Puig - Historias del más acá
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Momento de la verdad. Marzo de 2010. Foto: Octavio Hoyos
Por fin, mucho más tarde que cualquier otro presidente moderno mexicano, Felipe Calderón estará en Washington para encontrarse no sólo con Barack Obama, sino con el establishment de la ciudad más poderosa del planeta.
Tanto ha tardado, que uno esperaría que el gobierno mexicano tenga bien pulidita la agenda. Como testigo hace algunos años de muchas visitas presidenciales de todo el mundo a la Casa Blanca, me queda claro que las más exitosas son aquellas que contienen una agenda muy clara y concentrada. Disparos de precisión es lo que necesita una ciudad que siempre tiene múltiples preocupaciones y distracciones. En la historia de la relación bilateral las cosas son iguales, sólo cuando en ambos lados de la frontera hay acuerdo en tocar y discutir un tema, o uno que englobe a muchos más pequeños, se han tenido éxitos concretos.
Para eso, el gobierno de Calderón tendrá que responder con claridad qué quiere de Washington, qué piensa pedir, qué piensa obtener.
¿Es para un presidente un tanto “antiyanqui” como el que tenemos sólo un trámite a cubrir? ¿Una cortesía, una formalidad? ¿O es la oportunidad de hacer avances sustantivos en algún espacio de la amplia y complicada relación bilateral?
Anunciada la visita, Calderón tendrá que tomar decisiones sobre dilemas concretísimos.
1. La reunión de la próxima semana de los gabinetes de seguridad nacional de ambos países después de las muertes en Juárez de empleados del consulado puede ser utilizada de dos maneras. Como preámbulo para una visita infectada por el asunto de la seguridad donde las discusiones y la agenda mediática estén teñidas de sangre, con lo que se opacaría cualquier otro tema de la relación; o como el establecimiento de una especie de ruta paralela para acuerdos y conversaciones sobre seguridad que despeje el camino durante la visita para otros temas.
Y la primera decisión que tendrá que tomar el gobierno de Calderón es si va a seguir enfrentando el asunto con el tono de los últimos días, es decir, el del reclamo, o el del acuerdo. Me explico: el reclamo del secretario Gómez Mont a las mal traducidas y mal contextualizadas palabras de Janet Napolitano sirve de maravilla para el aplauso interno del sector parapriista de la comentocracia, que hacen ver a Gómez Mont como el gran defensor de la patria. (No le cae mal, por cierto, al secretario un poco de aplauso después del reciente vapuleo. ¿Lo habrá hecho por eso?). No sirven mucho para recibir a Calderón en Washington en mayo.
¿Acudirá el gobierno a la reunión de la próxima semana a reclamar para eludir su responsabilidad? ¿O irá con la intención de ponerse a trabajar y, entre otras cosas, bajar el tono del intercambio verbal y así bajar el tema de la seguridad del primer lugar en la agenda bilateral y limpiar el camino para el día que los Calderón cenen en la casa de la Avenida Pennsylvania?
2. Mañana en Washington marcharán decenas de miles de hispanos, en su mayoría mexicanos, demandando a Barack Obama que cumpla lo que prometió en campaña: una reforma migratoria que incluya un camino a la legalización de millones de indocumentados. La marcha, la mejor organización de los activistas en Estados Unidos y una nueva iniciativa demócrata en el Congreso aumentarán la presión en Calderón para que se refiera al tema.
En tiempos de crisis económica, con un presidente hostilizado por la derecha más conservadora (y antiinmigrantes), parecería una apuesta riesgosa al menos en términos de relaciones públicas. En este espacio reclamé una y otra vez el abandono de Calderón a los millones de mexicanos que viven en Estados Unidos. Pero ahora parece tarde y contraproducente si es que se quiere avanzar en otro tema.
3. Este ánimo calderonista tan reacio a Estados Unidos ha llevado a la relación a una paradoja inédita. En varios foros, en su mayoría privados, el embajador Carlos Pascual ha hablado de la necesidad de profundizar en la relación económica y comercial. Sí. Algo similar a aquel NAFTA Plus de Fox. Ha insinuado la voluntad estadunidense de explorar mayores avenidas de integración. Es decir, lo que desde hace varios años nosotros queríamos y ellos no. Ahora aquí nadie lo pela.
¿Querrá Calderón ahora entrar en esa discusión e iniciar al menos una negociación que completara lo iniciado hace ya veinte años con Carlos Salinas y George Bush el primero? ¿O prefiere seguir siendo el mejor amigo del priismo soberanista de viejo aliento y el latinoamericanismo bolivariano?
Si Calderón le pregunta a su canciller, podemos adivinar la respuesta.
Pero no es tiempo de juegos. Este gobierno ha abandonado la relación más importante para México.
Desperdiciar ahora la visita sería una tragedia. Una más.
-- Desde el móvil
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